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Mostrando entradas de octubre, 2012

Monólogo del iceberg

Erik se puso estupendo mientras oía los sueños de Glenda a casi diez mil kilómetros de distancia.  Completamente desnudo delante de la venta, miró las luces nocturnas de Las Vegas, se metió una raya y escenificó “El monólogo del iceberg”:          “¿De dónde procede tanto desorden? ¿Por qué cada mañana todo se ha recalificado? ¿Qué torpes taxonomías se imponen a los hielos y mareas? ¿Desde qué fronteras de mi existencia avanzan estos seres alucinados y obsesivos que reclaman lo que creen haber perdido y nunca tuvieron? ¿Por qué creemos merecer aquello que ni en sueños nos atreveríamos a pedir? Me resisto a las escenografías de opereta, pero sé que adoro los pavos reales en el balcón de los palacios de invierno, y también adoro los rituales y los gestos de los imperios mentales y decadentes. Si mi destino no alberga más límite que el infinito, ¿qué más me da el fracaso, la mentira y la infamia? Dudo del sentido de tanta resistencia a la caída. Quizá la única nobleza se