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Mostrando entradas de julio, 2012

Cuatro posibilidades para Erik.

Después de fiestas y reuniones, durante el segundo día del año de 2012, Erik veía ante sí una pizarra pedagógica en donde se explicaban las múltiples posibilidades de su vida. 1.      Posibilidad oriental: consiste en escenificar la sabiduría, aprender algunas metáforas esenciales que tengan que ver con la luz y el agua, sentarse sobre una piedra desnuda a un lado del camino y esperar a que los demás se pierdan en el laberinto para agradecer la calma que proporciona la quietud. 2.      Posibilidad trágica: narcisista y peligrosa, consiste en abrazarse al destino como quien se abraza a la cintura de la perdición, esa perdición con un culo perfecto, ideal, ese culo olímpico que Marcel Duchamp conocía y que supo poner en su sitio, pero que el oficiante trágico lo desea siempre en otro lugar: el culo como cimiento y hormigón armado de un futuro sin porvenir. Disiparse en el exceso y el barroco. 3.      Posibilidad senil e infantilizadora: consiste en abandona

El fascismo y la vergüenza, Glendita.

Pues te contaré cómo ocurrió, Glendita. Una tarde entre semana, tendría yo unos trece o catorce años, curioseaba en la biblioteca de casa. Era algo que hacía con frecuencia y que respondía a un interminable proyecto de ordenar la biblioteca paterna según mis intereses de cada momento. Me pasaba horas para recolocar tres o cuatro libros, pues con el pretexto de la clasificación me detenía en la caligrafía de algunos manuscritos, en la trama de una colección de cartas, en noticias de diarios y revistas de la posguerra, los libros dedicados… Por supuesto que esas sesiones estaban dedicadas a la lectura azarosa, a ojear páginas y páginas de  las decenas de libros que pasaban por mis manos y me las dejaban polvorientas y resecas. También leía libros enteros, tratados, biografías, poemarios. Creo que eso explica mi conocimiento de muchas cosas absurdas o inútiles que sólo me servirían para ser un buen concursante de Saber y Ganar. En el fondo se trataba de una búsqueda, de un ras

Dos sueños de Glenda Moriarty.

  Desde que trabajaba para el profesor M., Glenda recordaba sus sueños. Se los contaba a Erik, de madrugada, y él encontraba en ellos claves para jugar al blackjack. Y es que Glenda no sabía nada del murmullo de signos en el que se convierte el mundo para un jugador profesional. Para ella el interés de Erik era desinteresado, una prueba de amor o un sustituto de su presencia. Pensaba que compartir sus sueños era trazar un hilo desde Madrid a Los Ángeles, acariciar su imaginación ya que era imposible tocar su cuerpo. La madrugada del 16 de julio de 2012, Erik, en slips, dando sorbos a un ruso blanco, apoyado con el hombro en el ventanal de su habitación en el hotel Wynn, en pleno Strip de Las Vegas, Erik, digo, oyó a Glenda contarle dos sueños desde Madrid:  “He soñado con dos gatas, una azul y otra roja. Eran grandes y bastante peludas, suaves, sospecho. Estaban en la calle y jugaban a pelearse. Bueno, creo que se peleaban, no hacían otra cosa, y el juego era un añ

Primera aparición de Glenda, primeras noticias del profesor M.

Estimados señores amigos del profesor M.: Me presento. Soy Glenda, la nueva secretaria del profesor M. Antes de caer dormido me hizo prometer que les escribiría un correo comentándole sus palabras, que más que palabras son exabruptos. Yo lo hago, no sé bien para qué. El maestro tomó demasiado desde medio día. Antes de desplomarse en el diván, "con el peso de las dos guerras mundiales, y una civil, caigo en este diván” dijo antes de perder la lucidez,  me encargó que aceptase vuestra invitación para la cena de Navidad. Vino a visitarlo una comisión islandesa de críticos literarios con una botella de mezcal. Aunque el maestro aguanta bastante a sus setenta y dos años, su carácter sanguíneo puede con él. Bastó que uno de los islandeses mencionara a Ruiz Zafón para que el prof. M. agarrara la estrella del árbol de Navidad y se la lanzara a los ojos: “¡¡Mantequilla y sólo mantequilla!!”, les repetía sin saber cómo salir del bucle. Menos mal que apareció su hijo y pudo

Microconferencia número uno del profesor M.: El onanismo entre el pueblo judío.

  (Primer a micro conferencia del profesor M. a bordo del crucero Ragnarök, de la compañía "Seven Seas & New Life".) Es difícil arrojar luz sobre asunto tan oscuro como el onanismo, pero lo cierto es que vivimos en la edad de oro de la paja. Si he dilatado la comunicación de mis reflexiones es porque no es asunto pequeño el de la pequeña muerte en solitario, he trabajado en ello a dos manos, y con la conciencia, no unánime, de que es necesaria cierta mano izquierda.  En este tema, como en tantos, irse para nada puede ser la solución, pero lo necesario es irse. Un viejo adagio latino ya nos avisaba: Semen retentum venenum est , y eso a pesar de todos los nutrientes y vitaminas que egoístamente nos puede aportar su retención tántrica. El mundo, queridos amigos, se ha equilibrado a golpe de sexo solitario, sobre todo el mundo masculino, ese mundo tan desquiciante y desaforado, plagado de mitos monumentales de la acción y el carácter, de la contención y el exce

Historias de la furibunda y moribunda literatura.

Saber despedirse es un arte. Utilizar los gestos y las palabras adecuadas pueden ser  la garantía de un alegre reencuentro. Hay quien se despide con todos los símbolos y estandartes saludando desde esta orilla y deseando buen viaje a quien se adentra en el desierto. Adiós, adiós, fuimos tan felices juntos que echarte de menos será recordar los buenos momentos. Hay quien nunca se despide del todo y confía en las cartas, en la escritura, en los papeles guardados en cajones o en archivos del disco duro. Hay también quien se despide con un sonoro beso en la boca y acepta que todo era nada y nada era todo.            La despedida de la literatura es ya un topos literario del siglo XXI, este siglo que, por ahora, se parece mucho a un adolescente. A Saul Bellow le resultaba muy doloroso tener que dejar a Ravelstein (publicada en 2000, Ravelstein es su última novela) en manos de la muerte, pero ya se sabe: ni la literatura ha existido siempre ni existirá para siempre. Federico

Hasta en sueños he creído tenerte.

Me tomé un par de cañas con papas arrugás y mojo picón en un bar de la Playa de las Canteras y luego acabé en un pub de ambiente tropical donde a cada rato se escuchaba una salsa de Lalo Rodríguez invitando a alguien a que lo devorara… porque en todas busco lo salvaje / de tu sexo amor . Para mí era un saber hermético eso de “lo salvaje de tu sexo”… hasta en sueños he creído tenerte / devorándome . Digamos que sentía miedo, que me inquietaba, que me hubiera gustado en ese momento cambiar opiniones y teorizar sobre esa forma de sexo tigresco y tropical, se me venía a la cabeza ese cuadro de Dalí en el que dos tigres se abalanzan sobre un cuerpo carnal y blanco, unos tigres soñados por ese cuerpo, un Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes del despertar … no he podido encontrar la mujer /  que dibuje mi cuerpo en cada rincón  / sin que sobre un pedazo de piel, / ay ven. ¿Cuando estaré dentro de un sueño causado por el vuelo de

La edad de oro de la ciencia literaria.

Había viajado a Las Palmas para participar en un congreso titulado “El hipertexto en la frontera de un nuevo milenio and beyond ”. Sí, utilizaba esa coletilla inglesa en el título, la intención era combinar rigor y desenfado. Yo pasaba por una etapa teórica: tenía una vida teórica, una novia teórica, un trabajo teórico, amigos teóricos. Todo debía ser analizado y recodificado de acuerdo a pautas franco-norteamericanas de expresión. Esperaba hacerme un lugar en el circuito de congresos literarios internacionales, categoría: alojamiento en hoteles de cuatro estrellas o más. Eran los tiempos en los que se generalizaba el entrecomillado textual a través de ese absurdo gesto con los dedos índice y corazón de ambas manos. Yo estaba “enamorado” de Claire, en la facultad daba “clases” de “literatura española”; los “congresos” me parecían una magnífica “oportunidad” de “beber”, “comer” e “intentarlo”. El guión de mi vida era teórico. Asistía con cinismo a las sesiones, intercambi