(Primera micro conferencia del profesor M. a bordo del crucero Ragnarök, de la compañía "Seven Seas & New Life".)
Es
difícil arrojar luz sobre asunto tan oscuro como el onanismo, pero lo cierto es
que vivimos en la edad de oro de la paja. Si he dilatado la comunicación de mis
reflexiones es porque no es asunto pequeño el de la pequeña muerte en
solitario, he trabajado en ello a dos manos, y con la conciencia, no unánime,
de que es necesaria cierta mano izquierda.
En
este tema, como en tantos, irse para nada puede ser la solución, pero lo
necesario es irse. Un viejo adagio latino ya nos avisaba: Semen retentum venenum est, y eso a pesar de todos los nutrientes y
vitaminas que egoístamente nos puede aportar su retención tántrica. El mundo,
queridos amigos, se ha equilibrado a golpe de sexo solitario, sobre todo el
mundo masculino, ese mundo tan desquiciante y desaforado, plagado de mitos
monumentales de la acción y el carácter, de la contención y el exceso. Todo
hombre se enfrenta, tarde o temprano, a la paja paranoica. Es un hecho
contundente, es decir, es un hecho y punto. En el mundo femenino el asunto es
más intrincado y no seré yo quien lo aborde, no por comodidad, sino por respeto
al no sé qué.
Expondré
mis ideas desde una perspectiva histórica. No conozco mejor perspectiva a
excepción de la perspectiva mítica, muy superior y que, como verán, aparece por
todos sitios.
Microconferencia
número uno: El pueblo judío.
Pero
empecemos como Dios manda. Todo empieza con Onán, marcado personaje del Antiguo
Testamento. Un pionero. El caso es que los judíos debían casarse con sus
cuñadas si los hermanos fallecían. Onán, respetuoso con toda ley, se casó con
Tamar cuando ésta quedó viuda de su hermano Er. Pero el pobre Onán, un moderno
en muchos aspectos, estaba hecho un lío. Su vida era un laberinto moral. Hoy se
habría gastado una fortuna en terapia. El hombre no soportaba la idea de tener
un hijo con la mujer de su hermano, porque si esto sucedía ese hijo podría ser
considerado “el primogénito” de su hermano, por lo que desplazaría a Onán a un
segundo lugar en sus derechos. Mientras Onán tenía relaciones con Tamar, que
por el nombre debía estar bastante buena, siempre veía sobre sus cabezas a Er,
siempre Er, Er en el suelo, Er multiplicado en mil caras de Bélmez sobre las
paredes, Er en sus genitales y en los de Tamar. Total, que Onán se dijo, pues
nada de eso, nada de primogénitos, yo me corro pero me corro fuera. Y así hizo,
eyaculando una y otra vez en la tierra. Acababa de inventar el coitus interruptus que tantas vidas ha
salvado. Pero como la cosa se ponía rara y obsesiva, y además Tamar le
importaba un bledo comparándola con la primogenitura, Onán empezó a cascársela
sin tasa, sin freno, vertiendo siempre en el suelo. No tenemos noticias de que
se le ocurrieran otras bellaquerías, pero está claro que en Onán están en agraz
las semillas, que por otra parte derrochaba, de la pornografía postmoderna:
nadie eyacula donde Dios manda. El caso es que Onán fue fulminado por Dios como
respuesta a su reiterado acto de codicia.
Onán,
ese paranoico hijo del pueblo judio, ese tormento de Tamar, ese hombre
atormentado a su vez por la primogenitura, ese hijo sin hijos, es el anuncio de
esta edad dorada del vicio que lleva su nombre. Patrón de oficiantes del vicio
solitario que alguna vez han fantaseado con la idea de ser fulminados por un
rayo, de ser pillados en el momento de no retorno. Sospecho que hay una
sabiduría paranoica en Onán y recuerdo aquellos versos de Machado “… a veces
sabe Onán / mucho que ignora Don Juan”. Como tarea aparte les propongo que piensen en esta frase durante la cena y escriban cinco líneas al respecto. Debatiremos sobre ello en el inicio de la próxima microconferencia: la Grecia Antigua o el descubrimiento de la ligereza.
Al
hilo, queridos pasajeros, les iré facilitando alguna bibliografía
actual. Mi primera recomendación es un novelista colombiano nacido en 1967. No
es imprescindible, sólo es interesante y pop. Se llama Efraín Medina Reyes y en
2003 publicó Técnicas de masturbación
entre Batman y Robin: novela supercool basada en la técnica del dedo pulgar
introducida en América por Bruce Lee, Ciro Díaz, Bruno Mazzoldi y The Velvet
Underground (Barcelona, Destino, 2003). Los nombres oscuros de este título
son Ciro Díaz y Bruno Mazzoldi. Ciro Díaz es el fundador de la multinacional Fracaso Ltd. Nada más sé, sólo que el
slogan de la empresa era “donde se necesite un fracaso, allí estaremos”. Bruno
Mazzoldi es catedrático de la universidad de Nariño (Colombia) y autor de
trabajos académicos como “Proteo encarpetado: suavidad académica y eventos de
violencia”, “La prueba del culo: ¿existe una filosofía latinoamericana?”, “Ni
poste ni rizoma, regaliz” o su obra experimental “El esfínter analógico de la señorita Callamand y
otros tropos”. Digamos que Medina Reyes, apoyado en el magisterio de Mazzoldi, parte
de las ideas de Foucault sobre la masturbación considerada como “tecnología del yo”. Con
eso digo todo y no digo nada.
(Viñeta de Robert Crumb)
(Viñeta de Robert Crumb)