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Entradas

Mostrando entradas de junio, 2012

Richard Avedon y el oeste americano.

Algo de superstición debe haber en la resistencia a ser fotografiado. Algo así como el miedo que siente José Arcadio Buendía en Cien años de soledad cuando el sabio Melquiades introduce el daguerrotipo en Macondo. El pobre José Arcadio siempre tenía cara de espantado en las fotografías “porque pensaba que la gente se iba gastando poco a poco a medida que su imagen pasaba a las placas metálicas”. Yo no sé cuál es el ritmo de mi desgaste, pero si sé de memoria el largo cantabile con el que avanzan mis entradas y eso, en las fotografías, se nota. ¡Joder si se nota! Sólo consigo apaciguar la inquietud que me produce una cámara si sé que la persona que me fotografía me quiere y que, por tanto, puede llegar a ver cierta calidad y encanto en mis entradas. De modo que, consciente o inconscientemente, para mí la fotografía es un cauce expresivo vinculado a la intimidad. Cuesta trabajo concebir una intimidad sin miradas. Seguro que existe entre los ciegos , pero me cuesta trab

Creer en Dios.

Entre sueños y estragada de alcohol y tabaco María oyó la señal de un mensaje en su móvil. Como esperaba, el nombre de Erik era el que llamaba a sus puertas del sueño. Sólo tres palabras. Tres palabras incomprensibles: “Creo en Dios”. Hacía meses que no lo veía. La última vez estaba a punto de casarse con una puta colombiana. Sabe que se casó, que dejó de ver a los amigos comunes y que compró una casa en un pueblo costero de Valencia. ¿Qué coño quiere decir este tío a las seis de la mañana con esta profesión de fe? En realidad Erik era una sustancia tóxica que había dejado de tener efectos. A lo largo de estos meses sus efectos se habían ido diluyendo en un compuesto de absurdo, ingenuidad y olvido.  Todo podía quedar ahí. Pero, pero… Pero si quería podía entender el mensaje. Sentía todavía el terciopelo y la lija de las noches junto a Erik. Recordaba, tiernamente, lo que ella interpretaba como el ansia de armonía, un impulso espiritual hacia el todo que se manifestaba

La Universidad del Desierto.

  En el año 2030 un grupo de actores, universitarios e inadaptados fundaron una universidad nómada que, durante algunos años, se movía por las abrasadoras y heladas arenas del Sahara. Sus aulas, móviles y elementales, acompañaban la vida de esos pueblos inocentes que no saben quedarse en un sitio porque no hay sitios, pueblos que no saben relacionar la infancia con un jardín o una playa.          Entre alumnos y profesores se establecía una relación eterna, pues nada empezaba o acababa para siempre. Todo retornaba y las enseñanzas eran circulares. Gentes que continuamente se separaban sin saber despedirse.          La Universidad del Desierto, metafórica y abstracta pero real, no pretendía construir personas para ganar el futuro, al contrario, su objetivo era preparar un nuevo pasado, una nueva memoria.          Allí ningún saber tecnológico tenía legitimidad, ninguna ciencia posterior a Newton, ninguna creación literaria o artística que se hubiera topado con el torbell

Sobre la filantropía.

                        “Mi sueño más constante, no tiene nada de especial, tiene que ver con un espacio donde vivir y ser feliz. Al principio eran ciudades, grandes ciudades con veranos asfixiantes y crueles inviernos, ciudades en las que descubrir la triste humanidad. Luego las ciudades vinieron, vinieron los veranos y los inviernos, y en la primera helada de mi memoria el espacio soñado se convirtió en una casa, y siempre esa casa es de piedra, tiene una fuente en un pequeño jardín y, en el sótano, una pequeña bodega en donde cada noche elegir el vino más ligero y beber y conversar hasta el amanecer; tener a mi lado el cuerpo deseado y la cara amada; acoger a toda mi familia extensa y a sus amigos. Un lugar en el que a todos los que quiero les gustara estar y permanecer. En mi sueño son constantes la piedra, la fuente y el vino ligero; la estructura, las habitaciones, los muebles y la luz cambian en cada nueva visita            […] Me gustan los libros que habla

Historia de una mujer invisible (Genealogías 1).

  1. Paul Auster, en La invención de la soledad : «la historia inventada está formada por entero de significados, mientras que la historia de los hechos reales carece de cualquier significación más allá de sí misma». La historia que voy a contar lleva más de un siglo viviendo en la frontera. Es posible que mi intervención la sitúe definitivamente en el mapa de la ficción.          2.          Para mi madre eran más importantes los silencios que las palabras. Pensaba, supongo, que algunas palabras decantarían la solución química de su infelicidad haciéndola pasar del estado gaseoso al sólido y, puestos a elegir, siempre es mejor una nube que un monolito cuando de desdicha se trata. La nube, la nubecilla de la tristeza, es incómoda, molesta, siempre en la horizontal de la frente, presionando los párpados, generando un peso facial que dificulta la sonrisa, recordando que tu rostro viene de otros rostros que fueron incapaces de manifestar el placer. Pero es una nube. U

Rinocerontes en la comedia.

Saber o no saber. Quien tiene la posibilidad de elegir está condenado a vivir fuera se sí, en las dolorosas zonas de la sospecha o la certidumbre, una vida en plano y contraplano, una existencia oblicua. Cada vez que decida saber imaginará la inmensidad que aún desconoce. Cada vez que se resista a saber fantaseará con los espacios y los tiempos que han quedado fuera de su control. En resumen: el mapa del infierno.        M. era un tipo que sólo existía en la intimidad. Se diluía y deslavazaba fuera de los reinos interiores. Las mujeres que lo habían conocido, pocas, eran conscientes de poseer un tesoro que sólo ellas podían ver. Esa era la razón por la que le concedían el máximo de confianza. Y hacían bien, porque M. era fiable, de una fiabilidad compacta y redonda, a la vez que convertían esa fiabilidad secreta en algo misterioso. Es bastante común el deseo de llevar una vida normal al lado del misterio. M. era el tipo ideal para imaginar un proyecto existencial en e

Glenda informa sobre los últimos pasos de M. (Microconferencia número dos).

Tras el infarto, y agobiado por las deudas, M. aceptó la invitación de la multinacional de cruceros de lujo “Seven Seas & New Life” para dar un ciclo de microconferencias a bordo de sus hoteles flotantes. La invitación era generalista e incluía los trayectos nórdicos, caribeños y mediterráneos. M llegó a un acuerdo para participar sólo en los mediterráneos. Comentó con sus allegados diversas posibilidades temáticas para las microconferencias: “El futuro de las monarquías en África”, que a mí me pareció tema exotérico además de inútil; “Hitler en la novela del siglo XXI”, que en opinión de su hijo iba a cerrarle las puertas a futuras invitaciones, y no están las cosas como para ponerse estupendo; o una “Historia abreviada y comentada del onanismo”, que a todos nos chocó pero al final nos pareció de perlas, teniendo en cuenta el tipo de viajeros que uno se encuentra en un crucero de lujo,  o, más bien, el tipo de viajeros que uno imagina haciendo un crucero de lujo.